
Sinopsis: Habíamos viajado hasta el pequeño pueblo de Clayton para que mi padre tomara las muestras de ADN y averiguara si aquella mujer, Aurora K., era la “madre de mi padre”. La biológica. Y remarco lo de la “madre de mi padre” porque, para mí, aquella mujer nunca sería mi abuela. Mi abuela era la otra, la de toda la vida, la que montaba multitudinarias partidas de cartas con mis primos, la que me hacía empanadillas de pollo para mi cumpleaños, la que nos contaba aquellas asombrosas historias sobre la vida en Turenia antes de la guerra… Y ninguna prueba de ADN iba a cambiar eso. No me importaba que su sangre no corriera por mis venas, ni la del abuelo, ni la de mis primos. Ellos eran mi familia. Yo era y sería siempre una Pekar. Pero me temo que me estoy liando… Mi padre no se cansa de repetirme que las historias hay que explicarlas desde el principio. Y esta historia es demasiado extraordinaria, así que la empezaré de nuevo. Desde el principio…
Por fin una buena historia con una protagonista... ¡normal!
Me parece que en esta historia se conjugan tres componentes que la hacen particularmente valiosa:
- La trama de la investigación está bien hilada y desplegada. La intriga y la sorpresa bien dosificada.
- Los distintos personajes, su vida y sus reacciones resultan bastante verosímiles, en particular la protagonista.
- Y lo que más me ha gustado, creo está muy conseguido, son los diálogos de la protagonista con su padre y las reflexiones de esta.
Por lo demás es un libro amable, a pesar de que el origen de la trama es un conflicto trágico, y fácil de leer. Te coge como historia de misterio y -a la vez- te hace pensar. Te hace pensar pero se toma su tiempo: diríamos que va evolucionando el juicio del lector a medida que van evolucionando los personajes.
Una de las cosas que más valoro del libro es la "normalidad" de la protagonista: sus padres no están separados, no está en tratamiento psiquiátrico, no es superdotada, no es una friki, ni una salida, ni rarita. Se pone nerviosa con los exámenes, mete la pata, pide perdón, rectifica, quiere a la gente, a veces engaña a su padre, otras veces es sincera aunque le cuesta. Sufre, disfruta, llora y ríe. Aprende a ser libre, busca y piensa. Un encanto de chica, vamos.