
Datos: Libros del Asteroide, 2016; 288 pp.; trad. de Cristina García Ohlrich; ISBN: 978-8416213863.
Sinopsis: Historia de historias, relato de relatos ambientado en la Praga del siglo XVI, De noche, bajo el puente de piedra nos habla del emperador Rodolfo II, rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio, amante de las artes, manirroto y paranoico; del gran rabino Loew, místico y vidente; y del riquísimo judío Mordejai Meisl y su bella esposa Esther, eslabón entre la corte y el gueto.
El depositario de todos estos relatos es Jakob Meisl, un misterioso estudiante de medicina de Praga dispuesto a demostrarnos que «los profesores de historia que enseñan en los colegios y los señores que escriben los libros de historia no saben ni entienden nada», que el relato histórico suele olvidar la parte humana y mágica de nuestra existencia y que la verdadera literatura es, gran parte de las veces, mucho más real que la propia historia.
Exquisitez y luego nada
Aunque algunos de los relatos se parecen en el estilo y la estructura a los cuentos jasídicos, me parece que el fondo es distinto. ¿Quién se salva aquí?
Aquí el humor es negro, el idealismo fanático, el poder caprichoso y corrupto, la sabiduría cómica, el talento orgulloso, el amor pasión vacía y la piedad -depende la de quien- consuelín, superstición o fantasía.
Se me queda, al final, el corazón frío, la sonrisa tonta y el ánimo un tanto errante, en busca de un asidero
No es descarnado, como el destroyer moderno, que denuncia y ridiculiza, pero llega a su misma conclusión: Nadie es desinteresadamente honrado y, no tengas demasiadas esperanzas, que te vas a llevar un chasco...
Dice un colega mío, profesor de lengua, que la forma es parte del contenido. En fin, sea. Y sin duda es de agradecer la categoría y la delicadeza de las descripciones que nos ofrece Perutz.
Pero se me antoja que es parecido a lo de los que van por la vida a toda velocidad pero no saben exactamente hacia dónde. No, no me acaba de convencer el rollito ese de que no hay destino y la meta es el camino mismo.
(Jo, a lo mejor también yo me estoy pasando de destroyer…)