
Datos. Ed Catedral. Barcelona 2017. Traducción: Milo J. Krmpoyic. ISBN: 9878716673391
Sinopsis: Ana Juri vive en Zagreb con sus padres y su hermana pequeña cuando estalla la guerra entre Croacia y Serbia. Se pasea por la ciudad, entre bombardeos, restricciones y refugiados, con la curiosidad propia de sus diez años, de la mano de su mejor amigo. Hasta que la guerra la golpea con dureza y le cambia la vida para siempre. Ana Juri tiene veinte años y vive en Estados Unidos. Lleva una vida aparentemente plácida, en parte porque oculta a todo el mundo su origen. Un día se encuentra con la cooperante que la ayudó a huir de la guerra y revive las pesadillas, el dolor y la culpabilidad de aquel tiempo. Decide volver a Croacia para reconciliarse con el pasado, cerrar una herida abierta y reencontrarse a sí misma.
Asistir a la guerra
Pienso que este libro está muy bien; bastante por encima de la media de lo parecido. Siempre he sentido una idealista simpatía por los croatas. Me ha gustado, sobretodo la primera y la tercera parte. He viajado con los protagonistas con ayuda del Maps. He repasado quien era quien en el conflicto. He intentado estar allí…
La narración en primera persona está muy conseguida, la hace tremendamente real. Si no te dicen nada piensas que la autora está escribiendo sus vivencias. Todos los personajes son creíbles (quizá un poco menos misterestupendo Brian). Merece la pena asistir a la guerra por los ojos de esta chica.
Sin embargo no dejo de preguntarme si la reconstrucción de sí misma que se lleva a cabo en la protagonista es -sin más- sintomática. ¿Se libera uno de las secuelas psicológicas (miedo, angustia, inseguridad,...) volviendo contactar con las fuentes del recuerdo… y ya?! ¿No será más bien que la falta de certezas vitales de fondo te deja en desamparo… y más si uno ha sido expuesto a lo terrible?
Consolidar el recuerdo de las cosas buenas ayuda, pero no llegas a ninguna parte si no encuentras alguna respuesta para las malas.
No sé, pero me parece que el cariño sin esqueleto alivia pero no cura. Y alivia cada vez menos cuando la llaga se va haciendo crónica. Sólo dar y acoger comprensión y perdón limpia a fondo las heridas, aunque muchas veces sea necesario dejar que el cirujano saje, aunque queden cicatrices y lañas.