
Datos: Ed Entrelibros, 2004; 128 pp.; trad. de Alberto Jiménez Rioja; ISBN: 84-9651700-4.
Sinopsis: Rosi está muy enfadada con Bruno, su vecino, su amigo, su colega de toda la vida, que la conoce mejor que nadie. Ese Bruno es el Bruno al que hoy odia. Rosi de doce años y su mejor amigo Bruno a veces se pelean como todos los buenos amigos. De repente a Bruno le aparece una nueva amiga. Rosi se encuentra delante de una situación desconocida. No le gusta nada que esta nueva amiga se acerque tanto a su Bruno. Rosi se siente apartada.
Educación emocional y alguna cosa más.
Eso que siempre se dice de que educar en gran parte consiste en adelantarse. Pues sí, adelantarse a los acontecimientos, ver la jugada, proyectar. Extrapolar los distintos posibles destinos a los que apuntan los leves indicios de ahora.
Y claro, también intervenir. Intervenir no es necesariamente decir lo que hay que hacer. Es más bien plantar un bosque donde el incipiente adolescente se interne para poder así enfrentarse a sí mismo. Resolver el sentido de lo importante. Sembrar sus ideales.
Qué chasco se lleva al final la gente que se acoge al famoso “son cosas de la edad”, “cuando crezca, ya se le pasará”... y se conforma con capear el temporal y esperar. Y, por el contrario, que gusto da ver un adolescente que crece dominando la pista porque desde los primeros asomos de sus pasiones le han desafiado a guiar su corazón.
Pues algo de esto hace Abu Torrelli, con maestría y con finura, mientras cocina con su nieta. Esto es educación emocional, tan necesaria para no terminar siendo un débil mental.
Aunque el personaje tiene 12 años me parece que las situaciones que se describen podrían cuadrar con alguien más joven. Así que si notas en tus hijos estos u otros asomos, mi consejo es que aproveches la oportunidad para lanzarles hacia adelante.